Cuando escribo de cine invento poco. Casi todas mis críticas son deudoras de otros autores, nunca he querido otorgarme una originalidad que no tengo. Entre mis filias, son conocidas para mis amigos la de Borges, y algo menos conocidas la Augusto M. Torres y la de Mr. Cranky, el deslenguado crítico estadounidense que habla sin pelos en la lengua.
M. Torres fue un director malo en la única película que hizo, con José Luís Lopez Vázquez de protagonista. Pero nunca ha dejado de ser el mejor contador de películas que conozco en las estanterías de cine. En mi afán (casi siempre infructuoso) de razonar el placer de una lectura en función de unos rasgos he descubierto dos, su gusto por el uso del presente en sus disertaciones, lo que las hace intemporales, universales, y su irreprimible asociación de ideas. Cada detalle, actor, director, escritor le sirve para trazar una historia, para salirse, sin prurito del hilo de su exposición. Le sirve, en fin, para hacer algo que los que ya le leemos de largo consideramos un regalo.
Suelo quejarme de las críticas adjetivas, de esas opiniones que se resumen a una exclamación. M. Torres es un modelo de la crítica que ha superado ese punto. En este libro hay un par de ocasiones que se permite decir que la obra es sobresaliente, y cuando lo hace no se trata de un juicio de valor, es una mera constatación.
Augusto M. Torres. Videoteca básica de cine.