viernes, 30 de noviembre de 2001

Soldados de Salamina

Soldados de Salamina: un relato real (Reseña literaria) Ramon López Castro
En este contexto histórico que va desde el siglo V antes de Cristo hasta el 11 de septiembre pasado, ¿dónde encaja la guerra civil española de 1938? Ernst Jünger dedicó varias reflexiones y ensayos al enfrentamiento de la Alemania nazi contra sus rivales, durante la segunda conflagración mundial: propone la diferencia básica entre la barbarie del frente oriental, donde la tropa tudesca se enfrentaba a los bárbaros soviéticos, lucha de estepa y tierra quemada; y la civilizada guerra de ajedrez acaecida en el frente occidental. Para Jünger era obvio que la brutalidad vivida en Stalingrado era producto de un choque de culturas, de civilizaciones —adelantándose a Huntington, otro teórico de la eterna lucha Occidente versus Oriente—, mientras que los crímenes de guerra cometidos en Francia eran, si acaso, meras curiosidades, eventos extraordinarios en un frente donde reinaba la caballerosidad de los cantares de gesta.

¿Fue un acto irreflexivo el del soldado republicano? Asqueado por la purga estalinista final, por la debacle, por la muerte de inocentes y culpables, decidió dejar en libertad al único que quizás sí merecía morir con una bala en la nuca.

También nos ayuda a contestar las preguntas que nos hacemos luego de los eventos del 11 de septiembre de 2001. Nuestro enemigo no es el Islam: son los que serían incapaces de perdonar una vida, aunque sea la de su enemigo acérrimo cuando éste se haya inerme.


El Sueño de los héroes Mario Vargas Llosa
La verdad es otra: Soldados de Salamina es más importante que Rafael Sánchez Mazas y el fusilamiento del que escapó de milagro (cráter de la historia), porque en sus páginas lo literario termina prevaleciendo sobre lo histórico, la invención y la palabra manipulando la memoria de lo vivido para construir otra historia, de estirpe esencialmente literaria, es decir ficticia.
La fantasía de un escritor no se vuelca siempre en lo anecdótico; a veces, como en este caso, se centra en la disposición de los materiales que constituyen el relato, en la manera de organizar el tiempo, el espacio, la revelación y la ocultación de los datos

En verdad, lo que sin proponérselo nos cuenta Soldados de Salamina es la naturaleza de la vocación de un escritor, y cómo nace, deshaciendo y rehaciendo la realidad de lo vivido, la buena literatura.
Este libro, que se jacta tanto de no fantasear, de ceñirse a lo estrictamente comprobado, en verdad transpira literatura por todos sus poros.

miércoles, 28 de noviembre de 2001

Borgiano

Cada renglón que leo de Cercas me parece leer a Borges. No me extraña nada su gusto por analizar las fuentes y la probabilidad del relato, uno de los pasatiempos del maestro, ni su gusto por las enumeraciones, los contrastes de dos ideas, contraposiciones, ese gusto dual es absolutamente Borges. A veces toma una palabra, no se si a conciencia, otras veces la inexactitud, la corrección de lo dicho con un paréntesis.

El estilo de Borges no es bueno para narrar en una novela muy larga. Abusa de la frase entrecortada, acude demasiado a la conciencia sin tomar jamás las riendas de la narración con el atrevimiento (o placer) omnisciente. El estilo borgiano es el estilo del rigor, pero raras veces el del rapto. Esa pesadez inunda casi cada página de Cercas.

En esencia, la prosa de Borges, la de Cercas, no narra, conjetura. Narrar el pasado siempre corre el albur de caer en el error, narrar las propias vacilaciones se puede hacer con una seguridad absoluta. Nadie mejor que yo puede hablar de mi conciencia.

Pero a esta prosa le acecha un peligro. Borges lo vivió, y pienso que este libro también, aunque el público ha optado por no castigarlo. Y es que si uno sólo habla de lo que sospecha, si el mundo es un lugar que a veces confirma nuestras sospechas pero no tiene la obligación de hacerlo, el relato se empaña de una irrealidad inaguantable.

En cualquier caso soy el menos legitimado para tirar una piedra, ¡lean como yo también me he impregnado de este oleoso Borges!

Javier Cercas. Soldados de Salamina