domingo, 22 de noviembre de 2009

El conocimiento Inútil


"La tesis que El conocimiento inútil desarrolla es la siguiente: no es la verdad, sino la mentira, la fuerza que mueve a la sociedad de nuestro tiempo. Es decir, a una sociedad que cuenta, más que ninguna otra en el largo camino recorrido por la civilización, con una información riquísima sobre los conocimientos alcanzados por la ciencia y la técnica que podrían garantizar, en todas las manifestaciones de la vida social, decisiones racionales y exitosas. Sin embargo, sostenía Revel, no es así. El prodigioso desarrollo del conocimiento, y de la información que lo pone al alcance de aquellos que quieren darse el trabajo de aprovecharla, no ha impedido que quienes organizan la vida de los demás y orientan la marcha de la sociedad sigan cometiendo los mismos errores y provocando las mismas catástrofes, porque sus decisiones continúan siendo dictadas por el prejuicio, la pasión o el instinto antes que por la razón, como en los tiempos que (con una buena dosis de cinismo) nos atrevemos todavía a llamar bárbaros."

Artículo de Mario Vargas Llosa sobre Jean-François Revel.
Jean-François Revel: "El conocimiento inútil"

jueves, 12 de noviembre de 2009

James Wood

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Nadie negaría que escribir de esta manera se ha convertido en una especie de reglamento invisible, de modo que ya no notamos su artificialidad. Uno de los motivos para ello es económico. El realismo comercial ha acaparado el mercado, se ha convertido en la marca más potente de la ficción. Debemos esperar que esta marca se reproduzca económicamente, una y otra vez. Por eso la queja de que el realismo no es más que una gramática o conjunto de normas que oscurecen la vida es una descripción mejor para le Carré o para P. D. James que para Flaubert o para George Eliot o Isherwood: cuando un estilo se descompone, se aplana y se convierte en un género, entonces en realidad se convierte en una serie de gestos y técnicas que suelen carecer de vida. La eficiencia del género del thriller toma todo lo que necesita de Flaubert o de Isherwood, mucho más eficientes, y elimina lo que hizo verdaderamente vivos a esos escritores. Y, por supuesto, el género más privilegiado económicamente de ese tipo de «realismo» que carece casi de vida es el cine comercial, a través del cual la mayoría de la gente hoy en día recibe su idea de lo que constituye una narración «realista».

James Wood: "Los mecanismos de la ficción"

lunes, 9 de noviembre de 2009

HTML



Él trabajaba en la sección digital de El País. Se encargaba de actualizar la web cada día a las cinco de la mañana. Llevaba trabajando con la empresa desde que arrancó la publicación en Internet y conocía bien el programa.

Ella hizo la carrera de periodismo. Tenía un amigo que le buscó un puesto en el departamento de maquetación de un diario local y al final dejó la información por la maquetación. Acabó trabajando para la web de Magefesa.

Los dos vivían a más de seiscientos kilómetros de distancia pero se conoceron en un curso de HTML para diseñadores. Se tomaron unas cervezas juntos en la cafetería del hotel donde se celebraba el seminario y la última en un pub solitario que había enfrente. Él no pisó su habitación. Cuando ella se despertó se encontró su cepillo de dientes junto al de ella en su vaso de enjuague. Le hizo gracia lo mal que él lo limpiaba. En la base le iba creciendo una capa de dentífrico que parecía querer escalar hasta la copa de las celdas.

En aquella época, las páginas se diseñaban con HTML. Este lenguaje organizaba la información en tablas de texto que los lectores no veían y los navegadores tardaban siglos en descifrar. La web se agilizó años más tarde cuando se extendió el uso de CSS, que unificaba todas las páginas en una sola plantilla. Las tablas desaparecieron a favor de los estilos y los valores que eran mucho más fáciles de leer para los programas de navegación.

Hay una etiqueta que no cambió con el paso de un lenguaje a otro, la de los comentarios de los programadores. A veces, un programador necesita organizar para sí mismo el cúmulo de datos que ofrece el código de la página o bien hacer especificaciones. Son textos que ningún visitante de la página puede leer. Se insertan detrás de un signo de exclamación y un guión y se cierran con otro guión, y el navegador pasa de largo cuando encuentra una de estas etiquetas.

Después de aquel encuentro, él empezó a usarlas para escribirle cosas dulces, y bromas. Y más adelante frases de amor incendiadas. Lo hacía cada lunes y cada lunes ella entraba en el código fuente de El País y leía emocionada los mensajes. Y mientras los lectores abrían la página de El País para saber que había ocurrido en Kosovo, ella entraba para llenarse de pasión. Aquello duró más de un año.

Es cierto que podría haberle escrito emails, pero los dos sentían algo especial sabiendo que su pasión era descargada cada lunes por miles de internautas. Para él era una sensación de amor y locura. Tenía un buen trabajo y lo ponía en juego cada semana. Se sentía en medio de un frenesí y de una ruleta rusa. Para ella era la sensación de estar haciendo algo íntimo delante de miles de miradas que no podían verles. Era como hacer el amor en un vagón de tren lleno de invidentes.

Una tarde de un mes de diciembre, un programador aficionado copió el código fuente de la web de El País para hacerse su propia página y descubrió uno de los mensajes. A él lo pusieron de patitas en la calle con una resolución de despido justificado. Y la historia sirvió de excusa a un programa famoso del corazón para un par de chascarrillos.

Ellos salieron ganando con el cambio. Él buscó trabajo en la ciudad de ella. Dejó la maquetación y se dedicó a la programación que era lo que de verdad le gustaba. Una mañana, mirando el cepillo de él, se sintió como si ella fuera una de aquellas celdas que veía como el dentífrico subía más y más hasta quedar sepultada debajo.

Al cabo de una semana él se fue de su casa, pero no cambió de ciudad. Había encontrado un buen trabajo y además le daba pereza volver a empezar de cero. A veces se encuentran por la calle y se saludan. Tienen poco que contarse y se detienen sólo unos segundos.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Por qué el mundo está a punto de hacerse más pequeño

La tesis de Jeff Rubin es que la crisis que vivimos no es fruto de la especulación inmobiliaria. La crisis es consecuencia del agotamiento de las reservas de crudo. Ello se notará cuando llegue la recuperación, porque el petróleo subirá hasta niveles sin precedentes. La única solución, según él, será volver a la fabricación autóctona.

Jeff Rubin: "Por qué el mundo está a punto de hacerse más pequeño"

sábado, 7 de noviembre de 2009

Talleres

Los talleres literarios son una estafa piramidal. Muchos incautos pagando mes tras mes por humo que administran cuatro brujos y cuyo precio sube porque otros incautos han visto la cola.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Tlön

El universo borgiano de “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” es la hipotética historia de un mundo en el cual hubiera triunfado Platón y no Aristóteles. Los objetos se multiplican si se pierden y son encontrados por dos personas distintas. Las ruinas de un edificio desaparecerían de no ser por la mirada de un pájaro. Tlön, igual que Matrix, no existe más que como representación, los dos son psicológicos, no materiales.

La descabellada historia de “La Biblioteca de Babel” siempre me sirvió para metaforizar Internet. La descabellada historia de Tlön me sirve para entender la ficción. Las vastas llanuras de la Tierra Media, por ejemplo, se perderían de no ser por la presencia de un lector. Dos lectores distintos, como Girard y Bloom encuentran dos historias en la misma escena de Hamlet. Hay dos Falstaff, o quizá millones, uno para cada lector. La realidad de la ficción se multiplica infinitamente con cada mirada, con la misma facilidad que se duplica un archivo en el mundo virtual.

Cuando Teseo traiciona a Ariadna y la deja en Naxos, cuando alguien lanza una maldición dentro de una ficción, sabemos que las leyes de la causalidad se van a cumplir con mucho más rigor que las del mundo físico. Las promesas y las maldiciones, la magia y el razonamiento mítico son las leyes absolutas de la ficción. Es decir, la psicología es la única ciencia que importa, igual que en Tlön.

Cuando dos personas descubren un mismo objeto lo duplican. Los duplicados se llaman hrönir. Son parecidos, pero “de forma desairada, un poco más largos” igual que un plagio.

Borges: “Ficciones” | texto
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