viernes, 31 de agosto de 2018

Lecturas de verano

Hoy terminé de leer dos libros excepcionales: “Sapiens” de Noah Yuval Harari, y “Por qué el mundo no existe” de Markus Gabriel. En lo que va de verano también he leído: “Ana Karenina” de Leo Tolstoi, “La lluvia amarilla” de Julio Llamazares, “La verdad sobre el caso Harry Quebert” de Joël Dicker, “Tafetán” de mi hermano Antonio,  “¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno" de Will Gompertz, “Story Genius” de Lisa Cron, “La muerte en Venecia” de Thomas Mann y “Elegía” de Philip Roth. No he conseguido acabar “Lolita”, de Nabokov porque el asunto de la menor me produce un rechazo que el lenguaje exuberante no consigue quitar de mi cabeza; ni “La analogía”, de Hofstadter y Sander, porque estoy disfrutando demasiado a pequeños sorbos y no quiero apresurar la lectura, también, porque sólo lo han editado en papel.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Novio por una noche

"Good Luck Chuck"

Arround you love will fall like rain
But you shan’t hold it
—Your heart will pain.
Once the girl has been with you
To the next she will be true
Las maldiciones pueden ser discutibles en el mundo real, pero en la ficción tienen la mala costumbre de ser más fiables que las matemáticas.

Una maldición de la infancia, brinda a las chicas que ligan con Charlie, el gran amor de sus vidas justo después; lo cual no es ninguna tragedia, ya que la cola de sus conquistas crece sin parar a la vez que los mensajes de su contestador.

Charlie ha cumplido el sueño más profundo del universo machista, tiene relaciones sin compromiso con todo tipo de mujeres; hasta que conoce a Jessica Alba, la cuidadora de los monógamos pingüinos, a la misma vez que su amigo Stu le confirma que su maldición se ha cumplido en todas sus relaciones. Charlie tiene un problema pues: Si se acerca a la mujer de su vida, será otro quien se la quede.

Por muy absurda que parezca la premisa narrativa de la maldición, hace funcionar con una lógica brillante las dos características más visibles de los machistas tradicionales: el desprecio por las mujeres a las que usan como objetos de usar y tirar, y la obsesión casi enfermiza por una sola a la que colman de una atención desmedida.

En el mundo real, el binomio desprecio hacia todas y posesividad hacia una sola puede explicarse mejor con las fijaciones madre hijo y otras neuras de las que un psicólogo puede hablar con más autoridad. En el mundo de la pantalla, dar con un correlato que hace funcionar esa relación, es una ocurrencia brillante.

Por qué el mundo no existe

Markus Gabriel "Por qué el mundo no existe"

¿A dónde nos lleva Gabriel enfrentándose a la idea de “Mundo”? A evitar los fetichismos y las superverdades, para empezar. En su capítulo sobre la televisión, habla de las series que tratan de nada, sólo de sí mismas. Los campos de sentido le sirven como construcción ontológica para evitar el caos de los perspectivismos.

Es posible que el mundo tal como queda tras el paso de Gabriel no sea más cierto que los mundos que han creado otros filósofos, pero lo que no cabe duda es que es mucho más divertido.

«Si imaginamos el mundo como algo de lo que nos podemos hacer una imagen, con esa metáfora ya hemos asumido que nos hallamos frente al mundo, fuera de él, y que la imagen que nos hacemos de él debería poder compararse con el mundo mismo»

«El fetichismo señala un objeto como la fuente de todo y trata de desarrollar a partir de él el modelo de identidad que todo las personas deben seguir. En ello sólo es superficialmente decisivo si se trata de adorar a Dios o al Big Bang.»


Malevich hace de ese vaciamiento del mundo un efecto importante de su pintura, un fenómeno al que solo se accede cuando percibes que esa obra aparentemente sin objetos es en realidad una obra sobre la objetividad, que se sitúa entre el mundo y nosotros.
“Todo esto sucede porque el mundo es desconocido para el hombre. Si el hombre entendiera el mundo, entonces no habría nada de todo esto, y el hombre no necesitaría hacerse una imagen del mundo. Nos esforzamos sin cesar por determinar lo desconocido y convertir cada fenómeno en «algo» comprensible, cuando el verdadero sentido es el opuesto: todo «Nada» se ha alzado contra todo «Algo». Lo que era «Nada» se convierte en «Todo», y todos los «Algo» se han convertido en «Nada» y siguen siendo «Nada».” (Malevich, Suprematismo)
Normalmente no nos ocupamos del mundo, sino de los objetos. Ni siquiera nos ocupamos explícitamente de la ubicación de los objetos en sus respectivos campos de sentido, sino que simplemente nos los encontramos enfrente. Los objetos están, por tanto, entre nosotros y el mundo, encubren sus campos de sentido, así como el hecho decisivo de que el mundo no existe. Por eso creemos que existe, un error del que nos líbera el arte.
Todo aparece, en última instancia, ante un trasfondo que por sí mismo no emerge. Si percibimos eso, adhiriéndonos por ejemplo al movimiento de ideas que emanan de la obra de Malevich, entendemos que el mundo no existe. El último trasfondo ante el que todo surge, no existe en sí. El Cuadrado negro sobre un fondo blanco nos muestra simbólicamente que cada objeto aparece en un campo de sentido, en el que no aparece sin embargo el trasfondo de ese acontecimiento. por eso en el suprematismo de Malevich no aparece el mundo ordinario. Solo de esa manera alcanza el efecto deseado del vaciado del mundo, liberándonos de la obsesión de que hay un campo de sentido que todo lo abarca y en el que tenemos que integrar todo. Supera así la obligación de la integración que consiste en suponer que hay un solo orden conceptual al que debe someterse todo lo que existe.

lunes, 27 de agosto de 2018

Horizontes de Grandeza


Lecciones de masculinidad

El héroe y antiguo oficial de la marina que viaja hasta Texas para unirse a su prometida se enfrenta a tres retos: recoger la ofensa de los Hannassey que se burlan de él, demostrar que no se asusta ante un potro salvaje y puede domarlo, y pelearse con el capataz del rancho que lo insulta por una excursión que él hizo a las tierras vecinas de los Maragon.

Va a casarse con la rica heredera de un enorme territorio, ¿Está a la altura de la dama? Ella se siente cada vez más decepcionada. El amante falla en las tres pruebas; pero sólo falla en público. Cuando está a solas, doma al potro, compra el rancho de los Maragon para ella y despierta al capataz para enzarzarse en una pelea de puños interminable.

La película es un manual para héroes discretos, una loa a aquellos que huyen de la fanfarronería.

El telón de fondo de este manual de masculinidad es la guerra sin cuartel de dos familias: los Hannassey que viven en un desfiladero con gran austeridad y unos hijos maleducados y los Terrill, que pretenden encarnar a la buena sociedad pero carecen del nivel moral que hace falta para serlo.

James McKay, el marinero, es una lección tanto para su prometida que no sabe entenderlo, como para los patriarcas de ambas familias enfrentadas. Es el hombre de principios, el caballero en el que Rufus Hannassey (Burl Ives inigualable), siempre soñó que llegara a convertirse su hijo.