viernes, 20 de junio de 2008

Vida y destino en "Nueva Revista"


En sus más de mil páginas, una multitud de tramas repletas de personajes magníficamente perfilados refleja la intensidad del choque de gigantes en el frente oriental de la Segunda Guerra Mundial. Pero lo mejor de la novela llega cuando Grossman escapa de la fascinación de la épica para retratar la intimidad de los personajes, sus sufrimientos, sus dudas, el alma de cada individuo, ya sea un soldado raso, un general, un profesor o un simple campesino. Esta postura, tan moral como literaria, chocaba con las directrices del realismo socialista, obsesionado con otorgar todo el protagonismo al colectivo: el Estado, la URSS, el pueblo en lucha.

La mirada de Grossman va así desde dentro hacia fuera, siempre parcial a favor del individuo. Postura que le permite observar los hechos con una lucidez peligrosa para el poder, hasta el punto de establecer comparaciones inaceptables para el «luchador contra el fascismo» que se pretendía Stalin. En una reseña sobre la novela, Félix de Azúa pone el acento en el diálogo entre el nazi Liss y el comunista Mostovski: «Somos vuestros enemigos mortales, sí, de acuerdo, pero nuestra victoria será también la vuestra. Si vosotros ganáis, nosotros sin duda seremos destruidos, pero continuaremos viviendo en vuestra victoria», dice el primero.

La rectitud de conciencia de Grossman no podía terminar bien en el país y la época en la que tuvo el infortunio de nacer, vivir y escribir. Pese a ser uno de los periodistas estrellas de la URSS durante la II Guerra Mundial —Anthony Beevor describe su peripecia en Un escritor en guerra (Crítica)—, no tardaría en caer en desgracia.

Condenado al ostracismo tras el conflicto, continuó porfiando por decir al mundo su verdad. Impactado por lo que había visto en el frente, se volcó en la escritura de una gran novela que abarcara todos los matices de la tragedia. En 1960 mandó un ejemplar de Vida y destino a un editor, al que le faltó tiempo para denunciarlo —la delación es uno de los pilares de cualquier régimen totalitario—, y la burocracia de Kruchev, pese a los supuestos aire de apertura que trajo la desestalinización, no tuvo piedad: su lectura quedaba terminantemente prohibida durante «al menos los próximos doscientos años» por ser «perjudicial para los intereses de la URSS». Grossman murió de cáncer cuatro años después.

Pero el destino quiso que la vida de Grossman se prolongara pese a los designios de los tiranos. La KGB había destruido todas las copias de Vida y destino, no dejaron ni las cintas de la máquina de escribir ni el papel de calco: no debía quedar huella alguna, y los esbirros de la represión soviética, realmente concienzudos y eficaces, se lo tomaron al pie de la letra.

No contaban, sin embargo, con el valor de un amigo de Grossman, el poeta Semion Lipkin, que se arriesgó a guardar una copia. En 1980, el científico disidente Andrei Sajarov la microfilmó y se la pasó al escritor Vladimir Voinovich, que logró liberarla en Suiza. Se publicó ese mismo año en Francia, con gran éxito y mayor escándalo: la Guerra Fría daba aún sus últimos pero vigorosos coletazos.

En España no se publicó hasta cuatro años después, traducida del francés. Pero, como explica José Luis Jiménez-Frontin en un afilado artículo en La Vanguardia, «nuestra intelectualidad (con la más señalada excepción de Valentí Puig), algo lastrada por las fidelidades en la reciente lucha antifranquista y poco interesada en afrontar una dosis excesiva de realidad, tendió sobre la obra un relativo telón de silencio». El libro, meritoriamente publicado por Seix Barral, terminó descatalogado.

Hasta que el año pasado, la editorial Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg lanzó una ambiciosa edición (50.000 ejemplares en la primera tirada) de la obra traducida directamente del ruso por Marta Rebón. En parte gracias a la correcta campaña de promoción —ayudada por la publicación del libro de Beevor—, en parte por la mejor acogida de los intelectuales —Luis Mateo Diez y Antonio Muñoz Molina estuvieron en la presentación y las críticas fueron excelentes— y el boca a boca que desbordó las previsiones, Vida y destino terminó convirtiéndose en el fenómeno editorial de la temporada.

Medio siglo después, Stalin ha perdido. Pero Grossman no es el único autor necesitado de un rescate histórico. De la voracidad del padrecito da cuenta otra iniciativa de Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg: la publicación de una trilogía del escritor y periodista ruso Vitali Shenta-linsky que documenta la persecución sistemática de escritores en la URSS.

lunes, 16 de junio de 2008

Julien Sorel

Afirmamos que en el origen de un deseo siempre existe el espectáculo de otro deseo, real o ilusorio. Parece que esta ley experimenta numerosas excepciones. ¿No es la repentina indiferencia de Mathilde lo que inflama el deseo de Julien? ¿No es, algo más adelante, la indiferencia heroicamente simulada por Julien, más aún que el deseo rival de Mme. de Fervacques, lo que despierta el deseo de Mathilde? En la génesis de estos deseos, la indiferencia desempeña un papel que parece contradecir los resultados de nuestros análisis.

[...]

La indiferencia de la coqueta hacia los sufrimientos de su amante no es simulada pero no tiene nada que ver con la indiferencia común. No es ausencia de deseo: es la otra cara de un deseo de sí mismo. El amante no se deja engañar. Cree incluso entender en la indiferencia de su amada la autonomía divina de la que él se siente privado y que arde en deseos de conquistar. Esta es la razón de que la coquetería azuce el deseo del amante. Y a cambio, este deseo ofrece un nuevo alimento a la coquetería. Aparece el círculo vicioso de la doble mediación.

La «desesperación» del amante y la coquetería de la amada aumentan conjuntamente porque cada uno de los dos sentimientos está copiado del otro. Es un mismo deseo, cada vez más intenso, el que circula entre los dos. Si los amantes nunca llegan a ponerse de acuerdo, no es porque sean demasiado «diferentes», como sostienen el sentido común y las novelas sentimentales, sino porque cada uno de los dos es copia del otro. Pero cuanto más se parecen, más diferentes se imaginan. El Mismo que los obsesiona es concebido como el Otro absoluto. La doble mediación asegura una oposición tan radical como vacía, la oposición línea a línea y punto a punto de dos figuras simétricas y de sentido inverso.

René Girard. “Mentira romántica y verdad novelesca”.

sábado, 7 de junio de 2008

Fukú

It was believed, even in educated circles, that anyone who plotted against Trujillo would incur a fuku most powerful, down to the seventh generation and beyond. If you even thought a bad thing about Trujillo,yz/a, a hurricane would sweep your family out to sez,fud, a boulder would fall out of a clear sky and squash you, fud, the shrimp you ate today was the cramp that killed you tomorrow. Which explains why everyone who tried to assassinate him always got done, why those dudes who finally did buck him down all died so horrifically. And what about fucking Kennedy? He was the one who green-lighted the assassination of Trujillo in 1961, who ordered the CIA to deliver arms to the Island. Bad move, cap'n. For what Kennedy's intelligence experts failed to tell him was what every single Dominican, from the richest jabao in Mao to the poorest giiey in El Buey, from the oldest anciano sanmacorisano to the littlest carajito in San Francisco, knew: that whoever killed Trujillo, their family would suffer a fuku so dreadful it would make the one that attached itself to the Admiral jojote in comparison. You want a final conclusive answer to the Warren Commission's question, Who killed JFK? Let me, your humble Watcher, reveal once and for all the God's Honest Truth: It wasn't the mob or LBJ or the ghost of Marilyn Fucking Monroe. It wasn't aliens or the KGB or a lone gunman. It wasn't the Hunt Brothers of Texas or Lee Harvey or the Trilateral Commission. It was Trujillo; it was the fuku. Where in conazo do you think the so-called Curse of the Kennedys comes from?2 How about Vietnam? Why do you think the greatest power in the world lost its first war to a Third World country like Vietnam? I mean, Negro, please. It might interest you that just as the U.S. was ramping up its involvement in Vietnam, LBJ launched an illegal invasion of the Dominican Republic (April 28, 1965). (Santo Domingo was Iraq before Iraq was Iraq.) A smashing military success for the U.S., and many of the same units and intelligence teams that took part in the "democratization" of Santo Domingo were immediately shipped off to Saigon. What do you think these soldiers, technicians, and spooks carried with them, in their rucks, in their suitcases, in their shirt pockets, on the hair inside their nostrils, caked up around their shoes? Just a little gift from my people to America, a small repayment for an unjust war. That's right, folks. Fuku.

The brief and wondrous life of Oscar Wao. Junot Díaz. La novela ganó el Pulizer de 2008.