jueves, 29 de agosto de 2002

Phoney

Me gusta leer las críticas de cine de los americanos no profesionales (Recomiendo esta) porque acostumbran a cortarse muy poco, casi nunca son pedantes y algunos se desmelenan cuando escriben. Cuando un americano sale del cine y algo le parece falso y fingido lo llama phoney. Manolito Gafotas es un ejemplo de lo que yo llamaría phoney.

Se supone que Manolito tiene pocos años, pero como escribe Elvira Lindo y a Elvira Lindo le parece bonito lucir su cultura, no se corta de hablar del universo o de psicoanálisis. Se supone que Manolito es llano y habla sencillo, expresiones coloquiales y frases manidas, pero como la autora no se puede reprimir, a veces le cuelga al supuesto narrador de ocho años algunas frases de lo más redichas e intelectualoides.

Para añadir otros méritos, el personaje de Manolito es algo perverso. El niño insulta sin piedad a los más débiles, como su hermano menor, y rebaja con mal gusto a cuantos le rodean. Es un niño que tiene poco de travieso y mucho de mal pensado. De la humanidad incansable de Goscinny Elvira Lindo no ha copiado mucho.

La mayor impostura es que Manolito viva en Carabanchel. Cualquier agraciado inquilino del barrio de Salamanca puede disfrutar de las ocurrencias idiomáticas de Elvira Lindo. Pero colgarle a un niño de Carabanchel estas chorradas del mundo mundial es un insulto a toda la clase trabajadora. Me gustaría poder hablar con la autora para decírselo personalmente: “perdóneme, —le diría—, pero los pobres no somos repipis.”

Elvira Lindo. Manolito Gafotas

martes, 27 de agosto de 2002

¿Pueden millones de lectores estar equivocados?

Harold Bloom dice que sí. Es lo que le ocurre a Harry Potter. Cabe preguntarse en que consiste acertar y equivocarse con una obra literaria. Yo me lo pasé bien leyendo el primer libro de la colección. ¿Debo pedir que me devuelvan mi dinero? ¿Debo volver a leerlo para corregir mi impresión equivocada?

Mi respuesta: "Todos aquellos que son capaces de reducir la riqueza de un libro a un veredicto lapidario de dos letras se merecen enzarzarse eternamente en esta discusión."

LA NACION LINE - Revista:Harold Bloom
Cómo descubrir a un genio

Bloom: Escribí una reseña de uno de los libros de la serie para The Wall Street Journal titulada ¿Pueden millones de lectores estar equivocados? La respuesta es sí, y el editor me dijo que nunca en la historia del diario habían recibido tantas cartas de lectores furibundos. Para mí, Harry Potter está mal escrito, es una acumulación de clichés y punto. Para que se dé una idea, Stephen King, el escritor de esas basuras de terror, dijo que Harry Potter era bueno porque los chicos que comenzaban por esa serie terminaban leyéndolo a él.

-¿Y un chico que comienza por Harry Potter, no puede terminar en Shakespeare o alguno de los genios de su libro?

Bloom: Sólo es imaginable si se cree en los milagros.

miércoles, 21 de agosto de 2002

Yo no compito

Ya se que usted disfruta compitiendo,
que no puede dormir sin demostrarse
que ganó la carrera del semáforo
o es el más distinguido de su calle.

Ya se que usted disfruta compitiendo.
que usted no se conforma con ser grande;
que ha de ser el mayor, sin paliativos.
Que nunca piensa mal ni llega tarde.

Ya sé que usted disfruta compitiendo;
que el premio es para usted, sin convocarse;
que conoce el secreto de lo puro
y que es el poseedor de lo importante.

Pero no se moleste en demostrármelo.
No compare sus versos con los míos.
Si pretende ganarme en la carrera
lo siento por usted. Yo no compito.
Nunca gasto mi pluma en competencias.
Yo, simplemente... escribo.


José María Lorite. Las palabras del aire

martes, 20 de agosto de 2002

Caracterizaciones

La buena comedia, siempre me lo ha parecido, se apoya en los personajes. No hace falta profundizar en ellos, basta una buena caracterización. Por esa razón la mayoría de las series de televisión americanas, con risas enlatadas, me parece aceptable. Quizá es la misma razón la que hace que no soporte ni una sola serie española. La idea que tiene de la comedia el guionista español se parece ostentosamente al sainete, contumazmente se empeña en demostrar que una colección de buenos chistes escuchados en diferentes bares tiene por fuerza que multiplicar, con su variedad, el humor de la obra. La variedad, por el contrario, la destroza. No vale para una comedia que el personaje que se ha caracterizado en una escena como avaro sea un chulo en la siguiente escena y un bruto en la tercera.

El maestro de la fórmula es Goscinny. Tómese cualquier Asterix como botón de muestra para entender como basta una buena caracterización para que la risa vaya detrás. Cuando empezó su serie del Petit Nicolas, no perdió un ápice de su humor sensible y bonachón.

De los amigos de Nicolás, Rufus es hijo de un policía, Alceste (igual que Obelix) es un comilón, Geoffroy tiene un papá rico. Eudes es el más fuerte, en uno de los capítulos está muy orgulloso de su hermano que es oficial del ejército, o eso cree. Pero cuando hablan con él, el soldado les cuenta que sólo trabaja en la cocina. Todos se quedan desanimados por la realidad. Salvo Alceste que entonces se siente orgullosísimo y piensa que el hermano de Eudes ha llegado muy lejos en la vida.

René Goscinny. Joaquín tiene problemas

jueves, 1 de agosto de 2002

Gombrich. Breve historia del mundo

Los libros dedicados a los niños suelen decir mucho de lo que el autor entiende por niños. Gombrich se sirve de la excusa para decir alguna perogrullada y para apelar al lector en lo que a veces sonaba a exceso de confianza.

Un elemento interesante es como intenta comprender el sentir de una época y pone ejemplos y comparaciones asequibles a los lectores de su tiempo. Un esfuerzo parecido al de Gaarder en El mundo de Sofía.

Lo mismo que a Asimov, a Gombrich le gusta explicar etimologías. A diferencia del primero, Gombrich no se pierde en el recuento interminable de los hechos. Sabe expresar el sentido, y el sentir de una época con una escena o una explicación que te transporta allí mismo como una oportuna máquina del tiempo.

La tentación más fácil e este ejercicio de compresión que era perderse en generalidades es también vencida. Es soberbia la colección de detalles, los nombres propios, las caracterizaciones. A destacar la reconstrucción de las cortes de Carlomagno o la de Luis XIV. Por eso uno puede leer esta Breve historia del mundo como una estupenda novela, con el añadido de la variedad.

Gombrich escribió Breve historia del mundo en 1935, bajo el gobierno de Adolf Hitler. Era judío pero vivió el conflicto desde Inglaterra donde ayudó al servicio de traductores.