jueves, 26 de septiembre de 2002

Portales

Google acaba de crear un portal de noticias que sirve para husmear toda la actualidad. Yo suelo visitar esta página americana que hace de portal de críticas de cine, hay portales especializados en todos los temas. Pero ¿Y si uno busca un portal para conocer toda la cultura? Entonces uno tiene que leer a Borges. Una página de Borges es un lugar ideal para empezar a navegar por los libros y bibliotecas que se escribieron hasta culminar en él. Cualquiera diría que él lo leyó todo, y sus textos nunca andan faltos de enlaces. Incluso si no te gusta Borges, ni sus tigres, ni sus laberintos, es difícil resistirse a su cultura. Así que recomiendo al lector que abra uno de sus libros, y que no deje de pinchar.

Era muy religioso; creía tener con el Señor un pacto secreto, que lo eximía de obrar bien, a trueque de oraciones y devociones.
(Emma Zunz)


Borges. El aleph

miércoles, 18 de septiembre de 2002

Hace veinte años

Hace hoy veinte años se escribió el primer emoticón. Se le ocurrió a un tal Scott Fahlman que lo explicaba en este e-mail:

18-Sep-82 11:44 Scott E Fahlman :-)
From: Scott E Fahlman
I propose that the following character sequence for joke markers:

:-)

Read it sideways. Actually, it is probably more economical to mark
things that are NOT jokes, given current trends. For this, use

:-(

martes, 17 de septiembre de 2002

Como aguantar a la gente insoportable

No cabe duda que muchos de los problemas que tenemos ni siquiera vienen de la realidad sino de nosotros mismos. Marco Aurelio enseña a encarar la realidad con buen ánimo. Él sabe que hay que hacer para soportar a la gente insoportable. No vale la pena oponerse a la naturaleza. No sirve de nada enfurecerse con una avispa porque pique, es su naturaleza.

Sigo, poniendo un reparo a esta forma de pensar ¿Qué hacer cuando lo que no soportas es lo artificial, lo estudiado, lo falso, lo que no es natural?

7.71 Es ridículo no evitar la propia maldad, cosa que es posible, e intentar, por el contrario, evitar la ajena, cosa que es imposible.

10.35 El ojo sano debe ver todo lo visible y no debe decir: «quiero lo verde», porque eso es propio de un ojo hinchado. El oído y el olfato sanos deben estar dispuestos para todo lo que puede oírse y olerse. El estómago sano debe tener la misma disposición para todos los alimentos como el molino para todo lo que esta constituido para molerse. Así pues, también, la reflexión sana debe estar dispuesta para todos los sucesos. La que diga: «que se salven mis hijitos» y «que todos alaben lo que hago», es como el ojo que busca lo verde o los dientes que buscan lo blando.

Marco aurelio. Meditaciones

sábado, 7 de septiembre de 2002

El amor en oriente y en occidente

Ortega y Gasset tiene un ensayo no muy extenso sobre el tema del amor. Dedica un apartado al enamoramiento que desdeña como una obsesión tonta:

Una vez que la atención de una mujer se fija en un hombre, es a éste muy fácil llenar por completo su preocupación. Basta con un sencillo juego de tira y afloja, de solicitud y de desdén, de presencia y de ausencia. El pulso de esta técnica actúa como una máquina neumática en la atención de la mujer, y acaba por vaciarla de todo el resto del mundo.


En El americano impasible, Greene nos presenta a dos occidentales enamorados de Fuong, una vietnamita. Fowler es más viejo y comprende a la chica. Pyle es un americano joven e ingenuo que interpreta todo con una lógica occidental. El americano vive su amor como un deseo de proteger a la joven.

—No es ninguna criatura. Tiene una fortaleza que tú no podrás jamás alcanzar. ¿Conoces ese tipo de acabado que no se puede rayar? Así es Fuong. Es capaz de sobrevivir a diez de nosotros. Envejecerá, nada más. Padecerá partos y hambre y frío y reumatismo, pero no padecerá nunca como nosotros por una idea, una obsesión; no se rayará, se irá solamente consumiendo.

Pero en el mismo momento en que pronunciaba mi discurso y la observaba dar vuelta a la página (una fotografía de la familia real con la princesa Ana), tenía conciencia de estar inventándole un carácter, así como se lo inventaba Pyle.


Leyendo a Greene me pregunto si el planteamiento de Ortega sólo vale para occidente donde el amor tiene mucho de orgullo.

Graham Greene. El americano impasible
José Ortega y Gasset. Estudios sobre el amor

martes, 3 de septiembre de 2002

Enlatarse o morir

Siempre me he preguntado cómo pasa el tiempo dentro de una lata de sardinas. Desde luego, más despacio que afuera, pues algunas no caducan hasta el año 2003 o 2004. Una barbaridad. Sin embargo, en el momento mismo de abrirlas entra el tiempo en ellas y a los dos días te asomas a su contenido y da asco, aunque la hubieras guardado en la nevera. Una lata de sardinas cerrada es un tesoro temporal. Estamos acostumbrados a verlas formando montañas en el supermercado y no les damos ningún valor, pero pruebe usted a sostener una en sus manos, sin abrir desde luego, y verá cómo le llega algo de su misterio. Y quien dice de sardinas dice de almejas o de mejillones, el contenido da lo mismo con tal de que no sea de anchoas, que al tratarse de una semiconserva necesita una temperatura más cruel que la medioambiental.

La semana pasada encontré a un amigo al que no veía desde hacía diez años y estaba prácticamente igual que antes.

—¿Has hecho un pacto con el diablo? —le pregunté.

Y no, parece que el diablo no pacta, eso era en la antigüedad. Había estado encerrado en su habitación escribiendo una tesis sobre el concepto de mimesis en Aristóteles. El encierro le había sentado bien. Aunque pálido como un berberecho, mantenía las constantes vitales de hacía una década. Hay intelectuales que creíamos muertos por lógica y un día nos los encontramos en la calle y no es que hayan salido de la tumba, sino de un volumen sobre la influencie del pensamiento oriental en la física cuántica del estructuralismo en la arquitectura deconstructiva.

Los libros tienen, pues, algo de lata de sardinas. Un fin de semana me introduje en una novela de Le Carré y al salir de ella el lunes siguiente era otra vez viernes, aunque no se le crea. Sostenga usted un libro entre las manos y déjese traspasar por su misterio, aun sin leerlo, y ya verá. Lo malo es que cuando uno sale de la lata o del libro entra en el tiempo y en dos días se queda peor que un berberecho a la intemperie Así que usted verá, o se enlata o lee sin parar. Yo le aconsejo lo segundo. Proporciona los mismos efectos rejuvenecedores y no da claustrofobia.


Juan José Millás. Cuerpo y prótesis