«Además de la población humana de nuestra aldea, había que contar con los animales. A cualquier hora del día en que uno paseara por las calles, difíciles y pedregosas, podía oír una voz chillona llamando miso, miso, misiiico. Era una mujer que, desde la puerta de su casa, llamaba a su gato. Muchas mujeres dedicaban buena parte del día a esta ocupación, pero los gatos jamás acudían. Conocían bien la hora en que solía pasar el pescadero con sus capachos repletos, y no necesitaban de ninguna llamada.»
«En su history of the Peninsular War, Napier observa que, aunque los españoles tienen más virtudes y menos vicios que otras gentes, resulta que sus virtudes son pasivas, y sus vicios activos. Es un punto de vista cuya consideración merece la pena.»
«Un país donde muchos andan en escasez y donde comer se convierte en una especie de desafío y extravagancia. Las ancianas, en particular, manifiestan a este respecto esa especie de gazmoñería que en otros países se reserva para el sexo.»
Gerald Brenan. Al sur de Granada.