A causa de un accidente, el político Gambetta quedó privado de visión en el ojo derecho. En el curso de un viaje por Francia se detuvo en Cahors, su pueblo natal, hospedándose en el hotel de Embajadores. Fatigado, se acostó en seguida, sin quitarse el ojo de cristal que usaba. Al darse cuenta de ello llamó a la camarera, a la que pidió un vaso de agua. Cuando se lo presentó, el político se sacó con naturalidad el ojo y lo echó en el agua. La criada continuaba inmóvil junto a la cama.
-¿Qué es lo que esperas?- le preguntó Gambetta.
-Espero, señor, a que se saque usted el otro ojo.
Luis Aguirre Prado Antología de Anéctotas