domingo, 27 de octubre de 2002

Ficción

Borges rara vez desciende a la vida, al mundo físico. Sus espacios son oníricos, su mundo es el de lo dicho por otros, o por él mismo. Leyendo sus páginas difícilmente sabremos que sabor tenía para él una raja de melón o una caricia.

Las alusiones en Borges son infinitas. Algunas de sus descripciones más físicas son en realidad citas:

Habituado a vivir en el presente como los animales, ahora miraba el cielo y pensaba que el cerco rojo de la luna era señal de lluvia. (El fin)


Un artículo del propio Borges analiza un libro de Korzibski donde dice que los animales viven en dos dimensiones (siempre en presente), las plantas en una, y los hombres en tres.

En Tres versiones de Judas, el protagonista es un teólogo de Lund, se llama Nils Runeberg. Un estudioso del autor compara su obra a la de Jaromir Hladik, este checo es otra creación de Borges, es el protagonista de El milagro secreto y el autor de Vindicación de la Eternidad. En otras palabras, Borges apoya su discusión en los argumentos que ofrece una obra que no existe de un autor que él mismo ha inventado.

¿Para qué tanta irrealidad? ¿Por qué crear un mundo con un nuevo censo de ideas cuando ya tenemos este?

Borges. Ficciones.