viernes, 26 de marzo de 2004
El 27
Si pudiera elegir un momento de la historia volvería al 27, iría a las tertulias literarias y entraría en la Residencia de Estudiantes para escuchar a Lorca, Guillén, Salinas, Dalí, Buñuel. Vivieron un momento crucial de la literatura y de la historia, trabaron amistades intensas y crearon lo mejor de la literatura española del siglo XX.
En diciembre del 27 se reunieron en el Ateneo de Sevilla para homenajear a Góngora. El acto lo patrocinó el torero Ignacio Sánchez Mejías aficionado también a la literatura y al teatro. Desde entonces sirve para denominarlos.
Casi todos los creadores y generaciones comienzan con un parricidio, rompen con sus precursores, con la generación anterior, sin embargo el grupo del 27 engulle todo lo que tiene cerca, a Machado, a Gómez de la Serna, a Unamuno, a Juan Ramón, a Ortega. Con el mismo celo recuperan la tradición, Berceo, Góngora.
Son a veces difíciles de leer. Como muestra Octavio Paz, el poeta moderno no escribe en un código de valores admitido de antemano, ni religioso, ni moral ni político; de hecho no escribe en un código lingüístico que comparta con el lector. Desde Baudelaire, la poesía crea sus imágenes, y también sus códigos, incluso los verbales. Por eso tiende al secreto, al hermetismo.