sábado, 10 de abril de 2004

Un cuento

Juan Carlos me ha traido a la memoria un cuento que escribí hace tiempo. Borges decía que la historia de la literatura es la historia de un número finito de metáforas.

El hombre que no sabía hacer símiles

Llevaba largo rato buscando un simil. Practicó una palabra al azar: pato. Recorrió sus cualidades y su definición. Buscó un segundo término y sólo le vino a la cabeza la imagen de otro pato.

Los titulares de las noticias en la portada de ya.com bombardeaban su retina. La policía buscaba un nuevo tipo de delincuente por la red. Los llamaban robots. Programas simples que podían actuar con nicks y redactar como humanos. Cada uno de estos robots asumía una personalidad y todas sus secuencias, cuenta de correo, páginas web personales con fotos de infancia, personalidad en el foro, algunos un número de cuenta corriente. En un país centroamericano habían detenido a un robot que había llegado a concertar un matrimonio por poderes. La foto de la joven víctima ilustraba el artículo.

Volvió a intentarlo con otra palabra. Eligió madre, pero el resultado fue el mismo. En la segunda ventana que había abierto leyó que la policía había creado una brigada para combatir la proliferación de estos robots. Eran detectables con un breve test. Los robots no eran capaces de hacer símiles.