Norman Holland y la articulación del psicoanálisis de Diana Paris, en la colección “Intelectuales”. Holland aplicaba el psicoanálisis para estudiar la literatura, pero como ya estaba muy visto lo de psicoanalizar a Cervantes o a Shakespeare, él analiza al lector y llega a la conclusión de que cada lector crea una obra a partir del texto con la cual resuelve sus propios conflictos. Holland llega a conclusiones muy fáciles de aceptar siempre que uno sea capaz de quitar toda la paja psicoanalítica que es como hablar de lo de siempre metiendo términos como pulsión transferencia, matar al padre y todo lo demás.
Pierre Bourdieu y el imperialismo cultural, también de la colección “intelectuales”. Bourdieux vuelve a Marx con un añadido que parece hacerlo innovador: la lucha de clases también se da en otros círculos, como por ejemplo, la moda, o la cultura. Su afirmación más escandalosa es que la educación sirve para mantener las diferencias de clases, no para limarlas. Las cien páginas de este resumen no son lo bastante convincentes así que si uno, aparte de conocerlo quiere creerlo, tendrá que acudir al propio autor.
Historia del cine español de Caparrós Lera. Un libro demasiado breve para el tema tan rico que trata. Casi la mitad de las 256 páginas están dedicadas a la bibliografía y fichas artísticas de las películas. Caparrós Lera descubrió hace tiempo que la mitad de los lectores sólo compra una portada y un libro gordo. Su último capítulo sobre el cine de los noventa, o sea, sobre el tiempo en el que él escribe, son un libelo más que un ensayo; y más que informar tratan de convencer al lector en contra del Partido Popular que acababa de eliminar las subvenciones.
El Factor Borges de Alan Pauls. Busca, y consigue, la sorpresa con artificios textuales al estilo de las revistas. Dedica anchos márgenes laterales a explicar los conceptos borgianos mientras recorre episodios de la vida, del pensamiento y de la fantasía del autor. Está redactado bajo el efecto de la admiración algo endiosante, más que del interés objetivo de un ensayista. Ocurre lo mismo con todos los que se acercan a Borges, que lejos de conocerle acaban contagiándose de él. Juan Bonilla le dedicó un artículo a principios de Noviembre del que copio unos párrafos.
Su libro es eminentemente borgiano, en el sentido de que sus métodos, si bien más tímidamente que aquí, ya habían sido empleados por el propio Borges cuando se disfrazaba de crítico literario y propendía a fijar su atención en detalles biográficos poco relevantes.
Lo mejor del libro de Pauls es que, por una parte, arroja luz nueva sobre un Borges que era un puzzle compuesto por muchos Borges y, por otra, casi podría prescindir del Borges escritor -los lectores que no conozcan suficientemente a Borges pueden leer igualmente este libro sin que disminuya su importancia-, porque lo convierte en el personaje de una fascinante investigación llena de hallazgos arguméntales.
Juan Bonilla. “Las afueras” El Mundo, 1 de noviembre de 2004