miércoles, 16 de febrero de 2005

Los apuntes de Gombrich

Cuando estudiaba era muy fácil distinguir unos buenos apuntes de unos malos. En los buenos todas las ideas tenían un hilo y se podían seguir a lo largo de las clases y las manchas de bocadillo. En los malos cada idea aparecía de repente en medio de la nada, como una seta, y uno no sabía con qué truco mnemotécnico asociarla para recordarla a la hora del examen. La “Historia del arte” de Gombrich es como unos apuntes ideales donde cada idea está anudada con todo lo anterior y añade novedades que el lector pide con fruición. Cada periodo que las demás historias del arte convierten en un amasijo de cientos de obras, Gombrich lo explica con tres o cuatro ejemplos donde se anudan todas las aspiraciones del periodo anterior y las invenciones del nuevo. La verdad es que no entiendo por qué el ministerio de educación no saca una ley que obligue a cambiar todos los manuales de bachillerato por este.



Asustarse de la fealdad le parecía a Caravagio una flaqueza despreciable. Lo que él deseaba era la verdad. La verdad tal como él la veía. No sentía ninguna preferencia por los modelos clásicos ni ningún respeto por la belleza ideal. Quería romper con los convencionalismos y pensar por sí mismo respecto al arte. Algunos consideran que lo que principalmente se proponía era horrorizar al público; que no sintió ningún respeto por ninguna clase de tradición o de belleza. Fue uno de los primeros pintores a los que se dirigieron acusaciones semejantes y el primero cuya actitud fue resumida por los críticos en una palabra: se le acusó de naturalista.

Ernst Gombrich. La historia del Arte.
El cuadro: Caravaggio. La incredulidad de Santo Tomás, h. 1602-1603.

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