En términos generales, un PIB más alto es mejor que uno más bajo, porque una mayor producción conlleva niveles de vida potencialmente mejores, entre éstos mejor atención médica para los enfermos y más dinero para ayudar a los necesitados.
Pero un PIB más alto no garantiza que la felicidad esté aumentando, porque el PIB con frecuencia aumenta cuando suceden cosas malas. Por ejemplo, si un huracán destruye parte considerable de una ciudad, el PIB aumenta a medida que se lleva a cabo la reconstrucción y se producen muchas cosas nuevas para reemplazar lo destruido.
Pero, ¿no habría sido mejor no tener el huracán?
Asimismo, un PIB más alto puede presentarse en ciertas situaciones sólo si usted está dispuesto a tolerar más contaminación o una mayor desigualdad en el ingreso. Los países que experimentan un desarrollo económico acelerado y niveles de vida que crecen rápidamente también suelen tener un medio ambiente más contaminado y mayor malestar social, porque unas personas se enriquecen mucho más rápidamente que otras. El PIB no refleja estas condiciones negativas.
El PIB tampoco cuenta el valor del ocio. Muchos de mis momentos preferidos han sido cuando no estaba ni produciendo ni consumiendo algo que se contabilice en el PIB —sentado en la playa, subiendo una montaña, caminando o haciendo gimnasia con unos amigos. Más aún, un aumento en el PIB con frecuencia se logra sacrificando estas actividades—, de modo que un aumento en el PIB no significa necesariamente que el bienestar o la felicidad haya aumentado.
Así que aunque las políticas que aumentan el PIB generalmente son benéficas para la sociedad, siempre se deben examinar los costes involucrados en crear este mayor producto.
"Economía para Dummies" Sean Masaki Flynn