Un pintor es contratado para pintar un cuadro de una señora que no conoce. El encargo resulta extraño, pero no sugerente.
En el Nueva York de la época mueren mujeres pero la sucesión parece indiferente.
El pintor busca pistas sobre la modelo que no ve. El encargo parece llevarle la vida. Pero sentimos que no es para tanto.
El relato de Ford tiene la sensación de esas pesadillas donde todo está desplazado. La muerte de un ser querido nos hace reir y un pequeño hilo de un botón nos llena de pesadumbre.
Hay algo de pesadilla en la novela, o de mal relato. Difícil recordar una narración más ajena a la vida. Ford debería pasar por una experiencia un poco emotiva como un diagnóstico de cáncer que superara con felicidad, para darse cuenta de qué cosas importan y que cosas son cuento chino.
"El retrato de la señora Charbuque". Jeffrey Ford. Ed. La factoría de ideas.
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