domingo, 14 de julio de 2002

La posición del narrador

Hay veces que el autor omnisciente que se aparta de lo que narra en un anonimato casi filmado, es un narrador que reproduce lo que oye y lo que ve. Hay otro narrador omnisciente que prefiere intervenir emitiendo juicios opiniones o consejos moralizantes, como por ejemplo el soberbio Balzac, o nuestro Galdós, algo pastelero. En El Viaje a la Alcarria Cela es ambos a la vez, a veces sucesivamente.

La hija de Marcelina García habla con el viajero:
-¿Va a tomar vino?
-Sí.
La mujer del parador levanta la voz.
-¡Niña, ve por vino!
La niña va a la cocina y sale con una botella vacía en la mano. El parador de Torija es un parador donde no hay vino, un parador donde la niña tiene que ir a buscarlo, cuando a un viajero se le pregunta: ¿Va a tomar vino?, y contesta que sí.


Parece como si se divirtiera siendo primero un testigo usando el estilo directo y luego un narrador usando el indirecto. Es como un mago que se divierte enseñando sus trucos.

El arte de Cela está en su tono, en su manera de acercarse a lo que retrata. Parte de su poder está en la exquisitez con que trata a sus criaturas, incluso las más crueles. Prueba de su respeto es la exactitud con que reproduce lo que ellos dicen o lo que piensan. A veces Cela parece una lente limpia. Si hubiera que buscar un autor que procede de un modo opuesto habría que mencionar a Borges, que impone sus reflexiones a la realidad. Sin embargo hay un punto en el que los dos están completamente de acuerdo. Lo comento en el próximo post.

Cela. Viaje a la Alcarria