Un funcionario escrupuloso con sus obligaciones puede ser muchas cosas pero nunca será un personaje novelesco inolvidable. Pazair es un hombre justo e insobornable, no bebe y no va con mujeres malas, si viviera en nuestros tiempos colaboraría con Green Peace y con Médicos sin Fronteras, y jamás se olvidaría de separar su basura, pero los héroes caídos de John Ford que siempre acaban en el lodo con una borrachera de aquí te espero están mucho más cerca de la heroicidad que Pazair, el juez de Egipto.
Igual que Umberto Eco, cuando leo a Jacq no encuentro al novelista. No son autores aburridos porque el tema que de verdad les interesa no es la anécdota, sino el contexto. Eco conocía muchos textos medievales, Jacq conoce la vida cotidiana por inscripciones, leyendas y datos arqueológicos. Así que estas lecturas son muy recomendables. Ajenas al mundo de la novela, pero recomendables.
Kundera reflexiona en “Los testamentos traicionados” y en “El arte de la novela” sobre la modernidad que supone el Quijote. Dice que la novela moderna nos arranca del mundo primitivo de verdades sencillas para llevarnos a ese otro mundo de la complejidad, de la perspectiva. Christian Jacq es ajeno a esa evolución. En el mundo de valores del Juez Pazair y los demás personajes no caben dos miradas a los hechos. Todo es transparente, unos mienten y otros son sinceros. Unos quieren acabar con Egipto y otros quieren salvarlo. Semejante simplicidad sólo es posible cuando se cree en un valor fundamental. En este caso el faraón. El bien consiste en arriesgar todo para salvarlo, el mal en conspirar.
La simpleza no es una cosa terrible en un novelista. Lo es mucho más en un político. Ahora sufrimos a un mal presidente de EEUU que cree que el mal es un ser humano con nombres y apellidos. Bush ignora que el mal no está en un nombre concreto, sino en el principio que se quiere instaurar. Los principios, el tiempo lo demostrará, se establecen y se siguen por todos los demás países. Y cuando los principios son malos todo el mundo los padece.
Christian Jacq. El juez de Egipto.
domingo, 23 de marzo de 2003
jueves, 13 de marzo de 2003
Entrevista con Tom Wolfe
R. Me defino como un demócrata a lo Jefferson y, desde un punto de vista cultural, reivindico de nuevo a Balzac.
P. ¿En qué sentido?
R. En su fuero interno era un conservador que deseaba la vuelta de la monarquía, pero en sus libros describía con gran pasión las clases más humildes. Desde este punto de vista, el planteamiento de Zola es muy diferente, ya que tenía unas ideas políticas que todos definiríamos como claramente liberales, pero contaba la dura vida de los desheredados con un realismo que escandalizaba a los intelectuales de la época.
P. Usted acuñó el término chic radical tras participar en una cena ofrecida por Leonard Bernstein en honor de los Panteras Negras en su apartamento de dos plantas en Park Avenue.
R. ¿Y usted cómo lo definiría? Durante años se me ha acusado de haber escrito sobre una fiesta a la que acudí como invitado y no como periodista, pero puedo decirle que iba al salón a tomar apuntes y hacía preguntas totalmente explícitas.
P. ¿Cómo reaccionó Bernstein?
R. No le volví a ver.
El País. Hoy.
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