martes, 2 de marzo de 2004

El arte no es comunicación



Muchos lectores conocerán el cuadro de Van Gogh de su modesto dormitorio, pintado en Arles en 1889. Es una de las escasísimas obras de arte en que conocemos la significación expresiva que tenía para el artista. En la maravillosa correspondencia de Van Gogh hay tres cartas relativas a esta obra, que determinan claramente el significado que tenía para él. En octubre de 1888, en carta a Gauguin, dice:

En cuanto a la decoración [de mi casa], he pintado mi dormitorio con el mobiliario de madera clara que conoces. Me divirtió enormemente pintar ese interior sin nada en él, con una sencillez al estilo de Seurat: con pinturas planas pero toscamente administradas, pigmento puro, las paredes de un violeta pálido...

Quería expresar una calma absoluta con estos tonos muy distintos, sabes, donde sólo hay blanco en el espejo con su marco negro...

En carta a su hermano Theo confirma su intención y la explica con más detalle:

Aún tengo fatigada la vista, pero tengo una nueva idea en la cabeza [...] esta vez se trata sencillamente de mi dormitorio; aquí sólo debe operar el color, y, dándole un mayor estilo a las cosas por su simplificación, ha de sugerir el reposo o el sueño en general. En una palabra, al contemplarse el cuadro debe descansar el pensamiento, o, mejor aún, la imaginación.

Las paredes son de violeta pálido. El suelo, de tablas rojas. [...] Las puertas, lila.

Y esto no es todo; no hay nada en esta habitación con los cerrojos echados. Las amplias líneas de los muebles deben expresar también un reposo inviolable [...].

Suprimo la sombras y el modelado y he dado los colores con tintes planos, como los grabados japoneses. Esto contrastará, por ejemplo, con La diligencia de Tarascón y El café nocturno.

Tenemos aquí una pista importante. Van Gogh había escrito, sobre El café nocturno, que quería demostrar que era un lugar donde uno podía volverse loco. Para él, con otras palabras, su pequeña habitación era un refugio tras la fatiga causada por el trabajo, y ese contraste le llevó a destacar su tranquilidad. La simplificación que tomó de Seurat y del grabado japonés estaba para él claramente enfrentada a las pinceladas grafológicas expresivas que habían llegado a ser características de su estilo. Vuelve a subrayarlo en otra carta a su hermano: «Nada de picado, nada de sombreado, nada, zonas planas, pero en armonía.» Van Gogh experimenta esa modificación del código como algo que expresa calma y reposo. ¿Comunica esa sensación el cuadro del dormitorio? He hecho esta pregunta a sujetos no documentados sobre la cuestión, y ninguno señaló este significado; aunque conocían el texto (el dormitorio de Van Gogh), no conocían el contexto ni el código. El hecho de que no se capte el mensaje no habla en contra del artista ni de su obra. Sólo habla en contra de la equiparación del arte con la comunicación.


E. H. Gombrich. La imagen visual: su lugar en la comunicación. Scientific American, 1982.