Como dice Kundera, lo más difícil de explicar a un lector es el humor. En literatura, el autor no puede guiñar un ojo, sonreír, o hacer gestos, por eso los textos más hilarantes empiezan pareciéndonos textos serios. Ocurre como con las imágenes del “Ojo mágico” que estuvieron tan de moda y ya no se ven por ninguna parte; uno tiene que esperar pacientemente hasta que el ojo se acostumbra al laberinto que tiene delante y se relaja, entonces puede ver el fondo.
A Chejov se le puede leer con seriedad, sus escenas son insignificantes, están llenas de nombres rusos que cuesta recordar y vacías de descripciones que nos hagan entrar en calor. Pero cuando uno se acostumbra a su humor humano, se convierte en una lectura llena de gracia. Chejov es el rey del understatement, de la historia sencilla que encierra algo debajo. Su estilo se ciñe a una voz narradora y muestra el mundo tal como esta voz lo percibe, raras veces añade juicios, y juega a muchos juegos con esa técnica impresionista. Sólo hay que darle un poco de tiempo, y luego no quiere uno dejar de leerle.
Antón Chejov. Historia de una anguila y otros cuentos.
Artículo en El Cultural.
Algunos cuentos en Internet.
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