Su Introducción a la literatura norteamericana tiene 130 páginas pero en una obra más larga no encontrará una idea más amplia del asunto. Borges leyó tanto que uno puede confiar en su selección de autores, de anécdotas y de obras. Tanta condensación lo hacen difícil, como lectores estamos acostumbrados a leer con desgana autores que se alargan sin necesidad. Para entender a Borges hay que tener presente que cada coma es indispensable.
Borges es uno de los autores más asertivos que conozco. ¿Cómo pudo ser tan seguro un hombre encandilado con las dudas de Berkeley y con el escepticismo absoluto? La mayoría de los cuentos y ensayos de Borges acaban con un destello idealista: el mundo, propone, podría ser una ilusión. Pero aunque el mundo fuera un sueño, no cabe duda que cada sabio, cada autor vio en ese sueño algo distinto. La seguridad de Borges no reside en sus convicciones, ni en la fe en algo discutible, la seguridad de Borges reside en la palabra, no sabe si el mundo es una sombra proyectada en una caverna, pero él sabe que un filósofo lo vio así. Sus verdades tienen siempre un valedor, un sujeto que las afirma. Se pueden discutir las ideas de sus citas pero no se puede discutir que él las leyó y que otro las afirmó.
La seguridad de Borges no reside en que supiera más que los demás, sino en que era más consciente que los demás de sus propios límites.
FENIMORE COOPER. Su prosa palabrera, abarrotada de vocablos de origen latino, reúne todos los defectos y ninguna de las virtudes del estilo de su época. Hay un contraste incómodo entre la violencia de los hechos narrados y la lentitud de su pluma. Stevenson generosamente nos dice Cooper is the wood and the wave (Cooper es la selva y la ola).
Jorge Luis Borges. Introducción a la literatura norteamericana.
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