Decía Lucía Etxebarría en una entrevista de televisión que ella escribía porque era neurótica y desgraciada. Si fuera feliz, seguía diciendo, no se dedicaría a escribir, sino a vivir la vida.
Sócrates y Jesús no escribieron nada. De sus discípulos nos quedan los textos de los evangelistas, los diálogos de Platón, la semblanza de Jenofonte. Quizá los que escribieron no fueron los que mejor les entendieron, sino los más desgraciados. Quien sabe.
Los escritores que ocupan nuestros mayores altares no fueron los más felices. Si los conociéramos en persona me pregunto cuantos acabarían confesándonos, igual que Lucía Etxebarría, que en el fondo eran unos desgraciados y que su verdadero sueño hubiera sido pasar por la historia sin ser conocidos, tener una recua de hijos traviesos y morirse en paz.
Pienso en poetas inmortales como Quevedo o Petrarca, o el autor de los sonetos de Shakespeare. Los grandes poemas van dedicados al amor imposible, el amor satisfecho no necesita altavoces.
Y llego a uno de los autores más insatisfechos y más aclamados de nuestro país, Valle-Inclán. Sus Comedias Bárbaras sus “Luces de Bohemia” están llenas de insultos que no parecen justificados por la acción, como si el autor tuviera la intención de ponerse a gritar cualquiera que fuera la excusa.
En estas obras de Valle aparece un protagonista mal pagado y aparece, también, un botín, una herencia, un premio de la lotería que sin saber explicarlo siempre me parece un elemento obsceno. Es como si el autor utilizara el botín para restituir en la ficción todos los desarreglos de la realidad. Como si el autor rehiciera el mundo a su gusto a golpe de talonario. Cualquier persona que sale de una oficina de lotería con su boleto puede crear en su cabeza, en el breve trayecto a casa, una obra de Valle.
El elemento del botín en la literatura siempre me parece un poco obsceno porque me devuelve de un bofetón a la queja de Lucía Etxebarría. “Escribimos porque no somos felices”. ¿Hubiera escrito Valle sus Comedias Bárbaras si el estado le hubiera concedido una asignación generosísima acorde con su supuesto talento? ¿Se hubieran escrito todas esas novelas negras llenas de corrupciones y traidores si cada personaje hubiera recibido una generosa pensión del estado sueco para vivir sin preocupaciones? ¿Hubiera escrito Quevedo sus versos de amor si ella se hubiera metido en su alcoba?