sábado, 26 de julio de 2008

Stendhal

Era apocado. Cuando estaba en Italia, preguntó a otro oficial como él qué debía hacer para conseguir los «favores» de una mujer y anotó con absoluta seriedad los consejos que recibió. Comenzó a asediar a las mujeres conforme a las reglas, del mismo modo que había intentado escribir obras de teatro conforme a las reglas, y se ofendía cuando se percataba de que les parecía ridículo y se sorprendía cuando notaban su falta de sinceridad. Aunque era inteligente, da la impresión de que nunca se le pasó por la cabeza que el lenguaje que una mujer entiende es el lenguaje del corazón, y que el lenguaje de la razón la deja fría. Pensaba que podía conseguir mediante estratagemas y argucias lo que sólo puede alcanzarse con el sentimiento.

Maughan es implacable con Stendhal. Algunos pasajes que cuenta de la vida del autor son idénticos a los de su personaje, Julian Sorel, en “Rojo y Negro”.

William Somerset Maughan, "Diez grandes novelas y sus autores".

martes, 8 de julio de 2008

Regla n. 7

REGLA N.° 7: NUNCA SEAS UN BUEN CHICO

El debate sobre si hay que ser un buen chico o un gilipollas es uno de los más viejos en el mundo del sexo. Los buenos chicos son educados, considerados, amigables, tiernos, atentos y románticos. Suelen tener muchas amigas pero no muchas amantes, y pueden pasarse toda la noche hablando con una chica guapa, para que esta al final se vaya del brazo de algún «gilipollas», aprovechando que ellos van al baño.

Enfrentémonos a la realidad: los gilipollas consiguen a las mujeres. Por ese motivo, la mayoría de la gente supone que un manual de consejos para seducir (como este libro) enseñará a los hombres a ser unos gilipollas. ¿Y sabes una cosa?: es la pura verdad.

El problema está en que la mayor parte de la gente —o, debería decir, toda la gente que no entiende las reglas del juego— se equivoca al definir qué es un «buen chico» y qué es un «gilipollas». Creen que un gilipollas es un chico con demasiada confianza en sí mismo, agresivo, maleducado, ególatra, sexual y musculoso a quien no le importan ni lo más mínimo las mujeres con las que se acuesta. Esto no es verdad de ninguna manera, si bien tengo que admitir que, nueve veces de cada diez, el tipo que acabo de describir es el que se lleva a la chica escalera arriba para tirársela, mientras el chico bueno se queda fuera bajo la lluvia con un ramo de flores marchitas.

¿Y por qué? No es porque a las mujeres les gusten los gilipollas. Las mujeres prefieren a los hombres educados antes que a los groseros y a los que les hacen caso antes que a los que van a lo suyo. El problema está en la manera en que los buenos chicos muestran sus virtudes. Con el fin de presentase como amigables y románticos, estos «buenos chicos» creen que tienen que «desconectar» su sexualidad. Esconden sus deseos para no ofender a las mujeres, mostrándose como personas andróginas y asexuadas. La primera impresión que dan es de castración, debilidad y falta de deseo. En el mejor de los casos, siembran la confusión en las mujeres sobre si las encuentran atractivas. En el peor de los casos, ellas les pierden totalmente el respeto. ¿Es necesario decir que estamos ante un error grave?

A las mujeres les gusta saber que se las desea. Esto les da equilibrio y disipa sus temores sobre la posibilidad de que sus deseos no sean correspondidos. Para aclarar las cosas, tienes que aceptar plenamente tus deseos sexuales y llegar a sentirte cómodo con las cuestiones del sexo. ¿Es un error hacer saber a una mujer que la consideras muy atractiva y estimulante? ¿Resulta grosero ser honesto en relación con el hecho de que, como a todo el mundo, te gusta el sexo?

Eso es lo que los gilipollas ofrecen a las mujeres a diferencia de los buenos chicos: no tienen miedo al sexo. La carga sexual atrae a las mujeres, porque ellas también son seres sexuales, y quieren estar con alguien que tenga la suficiente confianza en sí mismo para satisfacer todos sus deseos.

Así que, adelante, sé educado, atento, romántico y considerado. En este libro aprenderás a utilizar y apreciar todos estos rasgos personales. Pero nunca jamás te olvides de hacerles saber que quieres ir a por todas.

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Hay dos tipos de personas que consideran que el Perfecto-Artista-de-la-Seduccion es un gilipollas: los hombres a quienes les ha robado las mujeres y las mujeres que piensan que las ha engañado y las ha tratado de manera indecente. Dejemos aparte a los hombres. Esos tipos son perdedores. Pero prestemos atención en todo momento a nuestra reputación entre las mujeres. Nunca engañes a una chica. Si lo que quieres es un plan de una noche, déjaselo muy claro. Si estás saliendo con muchas mujeres, confiésalo antes de que se meta en tu cama. Y si dices a una mujer que vas a llamarla, hazlo. Sin excepciones.

Tony Clink. “The lay guide”.