Subyace a la crisis actual una situación nueva, inducida por dos factores: la evolución de los precios de las materias primas, sobre todo energéticas, que han trasladado masivamente el capital a los países productores y a los que han mostrado capacidad de generar riqueza y ahorro como nuevas potencias emergentes (China o la India). El llamado Occidente desarrollado tiene que pagar en el futuro lo que ha gastado ya, en tanto que las zonas productoras de energía y los grandes emergentes han ahorrado lo que podrán gastar o invertir en ese mismo futuro.Si alguien se opuso al binomio triunfante de Thatcher Reagan y su ideólogo Friedman, ese fue Felipe González. Los años que siguieron parecían darle la razón a los primeros porque no habíamos vivido un periodo tan largo de crecimiento. Pero cuando el edificio se derrumba, González exclama "Ya os lo había dicho yo". Dice hoy, en EL PAÍS que el mercado se mira en un espejo porque no puede mirarse en un comunismo derrotado:
De broma, pero en serio, podríamos decir que el capitalismo no se contrapone al comunismo, por extinción de éste, sino que se mira en su propio espejo y constata que la imagen que le devuelve es fea y fuera de control.Pero entonces, ¿qué otro modelo queda?
Cargada de paradojas y plena de contradicciones la situación en que nos encontramos, pasamos de pedir a los responsables políticos que no interfieran, que no regulen, que dejen libertad a los mercados, a reclamar que arreglen los desaguisados a los que den lugar, incluso cuando la crisis, por sus causas y consecuencias, está más allá de sus competencias y capacidades locales-nacionales.
Felipe González. "El capitalismo en el espejo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario