domingo, 4 de agosto de 2013

Dinero

En Washington los mendigos te piden el cambio que llevas en el bolsillo como si quisieran hacerte un favor. Las camareras redondean las consumiciones para arriba y esperan que añadas dinero de papel como propina. Los americanos se comportan como si ellos pintaran el dinero en vez de ganarlo. Claro que, si uno mira con lupa lo que significa "quantitative easing", es verdad que lo pintan.

Los funcionarios se jubilan con treinta años de servicio. Si has trabajado para el estado es fácil retirarte a los cincuenta y cinco. Salvo alguna reliquia nostálgica como los Lincoln o los Buicks, no he visto ningún coche viejo. Conducen muchos cuatro por cuatro. Nadie tiene un turismo como en Europa. Los coches brillan tanto que ninguno parece tener más de un año. Cualquiera diría que en vez de limpiarlos, compran uno nuevo cuando se manchan.

Los locales de moda tienen colas larguísimas. Los restaurantes no tienen mesas libres y las colas del Starbucks no son para tomar café y aprovechar el wifi. Las mesas se copan demasiado pronto. Las colas son para comprar, por cuatro dólares, un café para llevar. El café y la cerveza son lujos en América.

Comer, en cambio es barato. Las farmacias venden comida, el Seven Eleven ofrece café como el bar de la esquina, productos de la tienda de ultramarinos, la heladería, la tienda de chuches. Los restaurantes de comida rápida también tienen colas para llevar. Sufren la competencia de algunas camionetas extravagantes que ofrecen comida en la calle de doce a dos. La esquina de la 12th y la G reune la mayor aglomeración que conozco. La ración individual es casi el doble de lo que en España llamamos ración individual, y sale bien de precio.

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