jueves, 27 de junio de 2013

Capitol Hill




Historic Buildings
Folger Shakespeare Library 2
Library of Congress 1
Sewall-Belmont House 4
Union Station 13
US Capitol pp 5
US Supreme Court 3

Museums and Galleries
National Postal Museum 14

Market
Eastern Market 12

Monuments and Memorials
National Japanese American Memorial 7
Robert A. Taft Memorial 6
Ulysses S. Grant Memorial 8

Parks and Gardens
Bartholdi Park and Fountain 10
US Botanic Garden 9

Church
Ebenezer United Methodist Church 6

miércoles, 26 de junio de 2013

Fairness


I have always been of the opinion that fair or good are most probably concepts indifferent to the universe. I am also starting to think they are indifferent to most human affairs.

The discussion started with Tom and goes back some time. I feel I have the same opponent with different faces whenever I talk with social democrats. He said that the income of managers and CEOs had increased in the last decades outrageously whereas the salaries had been growing in single digits. His conclusion was that there was no limit for the top men’s wealth and they would end up destroying the whole system with their greed.

It reminded me of Greg’s opinion. Plainly explained he said that the huge amounts that wealthy people earned were simply unfair as long as other people were in need. It also harked back to my eldest brother who sustained that the debt could be payed off just by fighting fraud.

I saw the left especially strong when the topic came to the rich. Many things could be argued about, but riches was a sin they were not ready to tolerate.

I found Tom’s opinion arguable. Thinking that the Western world was going into decline just because it would not be able to pay its big fish was an extrapolation of what was going on with the public sector. Civil servants were untouchable, managers were not.

From an economic point of view a company should invest its profits as well as it could, whether it was research, technology, or managers, or whichever other asset. Tom wanted to set limits to the biggest wages. Probably Greg would have applauded, why should one person in the same company earn more than, say, one hundred times the lowest salary?

The answer looked simple to me. Why should not the company set the same limit to technology? We might as well limit the amount that a company spends in computers. But it is not going to help.

Sad as it may look, companies need the best people for certain tasks and being sparing in that area can make the company in the long term lose a lot more than it would save. And however unfair it may seem, changing the company’s top staff for an inefficient one will not improve the numbers on the spread sheets.

domingo, 2 de junio de 2013

Tertulia o charla de taberna

Chesterton fue católico, Chesterton creyó en la Edad Media de los prerrafaelistas (Of London, small and white, and clean), Chesterton pensó, como Whitman, que el mero hecho de ser es tan prodigioso que ninguna desventura debe eximirnos de una suerte de cómica gratitud. Tales creencias pueden ser justas, pero el interés que promueven es limitado; suponer que agotan a Chesterton es olvidar que un credo es el último término de una serie de procesos mentales y emocionales y que un hombre es toda la serie. En este país, los católicos exaltan a Chesterton, los librepensadores lo niegan. Como todo escritor que profesa un credo, Chesterton es juzgado por él, es reprobado o aclamado por él. Su caso es parecido al de Kipling, a quien siempre lo juzgan en función del Imperio Británico.
Borges. “Otras Inquisiciones” 1952.

Triste destino el de Borges, verse condenado a la misma pena que no quiso para los demás. Creo que ningún autor en lengua castellana se merecía un premio Nobel como Borges. También sé que tenía escasas posibilidades de recibirlo por su posicionamiento político. La academia sueca le juzgó por su credo, no por toda la serie de procesos mentales y emocionales que era él, una de las grandes individualidades de la literatura del siglo XX.

En la última tertulia de El Farolillo Rojo anoté que no me parecía “una charla de taberna”. Pero no encontré una explicación para diferenciar la charla de taberna de algo especial como una tertulia. Borges me da las palabras. La tertulia es el lugar donde queremos saber que camino ha recorrido el otro, no su punto de llegada. Queremos saber las vivencias, no la bandera. Sabemos que en cada uno de los que se sienta a compartir hay un pasado, un mundo de lecturas, de emoción, de tensión. Queremos oírle, no juzgarle, queremos conocer, no etiquetar.

Dice el proverbio indio que no se debe juzgar a un hombre sin haber caminado diez millas con sus mocasines. Dice Antonio Costa, en su último artículo, que no vale un resumen de dos líneas de Ana Karenina para lo que llevó una vida entera escribir, dice, citando a Jasmina Tesanovic, que la política es idiota porque simplifica y polariza. Dicen los buenos profesores de ciencias que no les interesa el número, o la solución, al final del problema, que quieren conocer los procesos mentales que han llevado a ese guarismo.

Una vez oí decir a un profesor de un taller de literatura después de una clase, tomando unas cervezas: “yo jamás aceptaría un amigo que tuviera esa posición ideológica.” Quizá pensó, igual que Sartre, que la literatura no es inocente, que es un arma en manos de una clase social, y que solo puede existir desde un compromiso, desde una determinada conclusión, desde un juicio, desde un resultado del problema, desde una bandera. Yo solo sé que por un momento, oyendo a aquel profesor de un taller de relato carísimo, pensé que no estaba dentro de una tertulia. Sentí que estaba en una taberna.

lunes, 27 de mayo de 2013

La curva de Laffer

Laffer es uno de los argumentos que usan los liberales, igual que se usa a Thatcher o el crecimiento de Chile en Sudamérica. La idea viene a ser la siguiente; La presión fiscal, cuando es alta, o cuando es injusta hace que la gente se vuelva a. defraudadora, o b. indolente y beneficiaria de un subsidio.



Dibujo su idea en una servilleta que ahora es una pieza de museo. En un extremo del gráfico estaba un estado sin impuestos, en el otro un estado donde todo va a parar al estado. En los dos ejemplos, dijo Laffer, la recaudación es igual a cero. Si trabajar sirviera, sólo, para dar al estado nadie trabajaría. La reflexión viene a decir que existe un nivel optimo entre el cero y el todo en el que los impuestos hacen bien su papel. También defendió un tipo impositivo único en contra de los tipos variables.

Hoy Laffer estuvo en España.

miércoles, 1 de mayo de 2013

El Secreto

A mi me explicaron mal la teoría platónica de las ideas. No sé a ustedes, pero estoy seguro de que a mi me la explicaron mal. Escogieron este ejemplo, “Pongamos la idea de una mesa, esa mesa tiene otra mesa más perfecta en el mundo de las ideas”. Si a alguien le explicaron la teoría de las ideas con una mesa como a mi, seguro que aún la recuerda como una pérdida de tiempo. ¿Era tanto pedir que pusieran un ejemplo imaginario? No se, la idea de lo justo, la idea de lo excelente, la idea de lo bueno y lo malo. En esas ideas, Platón nada como pez en el agua. Mi profesor, en cambio, se paso todo el trimestre hablando de una mesa.

Las escuetas páginas de El secreto, vienen a resumirse en una idea que sería la Ley de la Atracción. Pensar en algo lo atrae. El problema es que odiar es pensar y también atrae. Si dedicas esfuerzos a evitar la guerra, tendrás guerra; en cambio, si piensas en la paz, la cosa puede ir mejor. Hasta aquí es fácil conectar con la autora. Si uno piensa en la persona que odia, la hace más fuerte, si la ignora puede que incluso deje de molestar. El secreto, o mejor dicho, la Ley de la Atracción, se podría usar con tus manías y ver si puedes limarlas quitándolas, primero, de tu mente.

El problema viene cuando Rhonda Byrne, se cree que puede hacer todo con una receta tan esquelética y le dice al lector que si piensa en dinero aparecerá dinero y que toda la humanidad puede vivir saciando sus sueños y que hay para todos en el planeta. Para ser más gráfica se pone a sí misma de ejemplo. Ella pensó en dinero y se hizo rica. Y es probable que sea cierto, pero todos los habitantes del planeta no tenemos la capacidad de contar una obviedad monumental y vender un millón de libros. El premio es sólo para el que llega primero.

Es una cuestión de ejemplos. El interminable debate parlamentario de nuestros días me parece más de lo mismo. Los gobiernos, sean del signo que sean, usan ejemplos pobres, como la mesa de mi profesor de filosofía. Siempre recortan, porque no queda madera, o no quedan clavos. Siempre es la precaria realidad. Luego está la oposición que habla de justicia, de derechos, de ilusión por el futuro. Y claro, uno escucha a la oposición y se llena de alegría, porque esas cosas, como todo el mundo sabe, y como ocurría a Platón cuando uno lee el original, no se acaban nunca.

domingo, 14 de abril de 2013

Piaget

Comentaba Jean Piaget en uno de sus libros que uno de sus hijos tuvo un desarrollo más lento que la niña que había nacido antes. Buscando una explicación, halló una inaudita que aún me da vueltas en la cabeza. La niña, pensó había nacido con el buen tiempo y eso le permitió moverse y con ello desarrollar las funciones cerebrales y las ideas que surgían de su propio movimiento. El niño, con el frío, estuvo encerrado entre mantas y su cerebro fue más lento.

A veces salgo a correr por salud, o por rutina. Pero siempre tengo esa sensación de Piaget de que mi cerebro se multiplica con el simple acicate de aguantar la marcha o de esquivar un bache. Suelo volver a casa más vivo, y obstáculos que antes de salir me parecían duros, cuando vuelvo son pan comido.

Ha llegado el buen tiempo. Empieza la temporada de jogging.