En la variadísima producción de Méliès, junto a títulos tan prometedores como Magie diabolique Georges Méliès (1898) o El antro de los espíritus (1901), aparecen películas publicitarias, hechas por encargo, que anuncian una marca de mostaza, de corsés, peines, sombreros, una loción contra la calvicie o una marca de whisky. En la que anunciaba el Dewar's Whisky mostraba a un escocés bebiendo con delectación este licor, bajo los retratos de tres antepasados suyos, que acababan por cobrar vida y saltar de sus marcos para disputarse a puñetazos la botella. finalmente ésta se rompe y los antepasados, contritos, retornan a sus cuadros.
Méliès se quedó prendado del cinematógrafo desde las primeras sesiones que dieron los Lumière. Les ofreció 10.000 francos por el invento pero ellos no accedieron. Así que lo compró a un inglés. El francés se tomó el cine como un juego y se limitó a hacer trucos de magia "El trucaje para Méliès es un fin en sí mismo y no un medio". Descubrió esta posibilidad cuando rodaba en una calle y se le atascó la manivela. Al ver la película vio como distintas imágenes se superponían. En 1928 un periodista descubrió al viejo Méliès. Se dedicaba a vender golosinas en la estación de Montparnasse.
Historia del cine
Roman Gubern. Lumen
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