Baltasar Gracián se vale de ejemplos memorables del pasado para ilustrar el que debe ser el comportamiento de un hombre ideal. Ejemplos de héroes son Alejandro Magno, Cesar o los Carlos españoles, el ejemplo del fracaso es Luis XI de Francia. Sospecho que el ideal que propone de hombre ofrece poco al ciudadano de nuestros días. Las virtudes que enuncia tienen más que ver con la buena reputación que con la felicidad. Los términos morales que utiliza han sufrido una leve desviación en su significado lo suficientemente relevante para hacer la lectura doblemente enigmática: voluntad, prenda, primor, juicio, inteligencia, ingenio, despejo, bizarría, gallardía, afectación, no son lo que eran.
¡O varón cándido de la fama! Tú que aspiras a la grandeza, alerta el primor. Todos te conozcan, ninguno te abarque; que con esta treta, lo moderado parecerá mucho, y lo mucho infinito, y lo infinito más.
Valioles más a muchos campeones tal vez una agudeza que todo el hierro de sus escuadrones armados, siendo premio de una agudeza una victoria.
Sólo un gran conocimiento, favorecido de una gran práctica, llega a saber los precios de las perfecciones. Y donde el discreto no puede lisamente votar, no se arroje; deténgase, no descubra antes la falta propia e la sobra extraña.
El más poderoso hechizo para ser amado es amar.
La mayor perfección pierde por cotidiana, y os hartazgos de ella enfadan la estimación, empalagan el aprecio.
El héroe. Baltasar Gracian
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