
Una vez que la atención de una mujer se fija en un hombre, es a éste muy fácil llenar por completo su preocupación. Basta con un sencillo juego de tira y afloja, de solicitud y de desdén, de presencia y de ausencia. El pulso de esta técnica actúa como una máquina neumática en la atención de la mujer, y acaba por vaciarla de todo el resto del mundo.

—No es ninguna criatura. Tiene una fortaleza que tú no podrás jamás alcanzar. ¿Conoces ese tipo de acabado que no se puede rayar? Así es Fuong. Es capaz de sobrevivir a diez de nosotros. Envejecerá, nada más. Padecerá partos y hambre y frío y reumatismo, pero no padecerá nunca como nosotros por una idea, una obsesión; no se rayará, se irá solamente consumiendo.
Pero en el mismo momento en que pronunciaba mi discurso y la observaba dar vuelta a la página (una fotografía de la familia real con la princesa Ana), tenía conciencia de estar inventándole un carácter, así como se lo inventaba Pyle.
Leyendo a Greene me pregunto si el planteamiento de Ortega sólo vale para occidente donde el amor tiene mucho de orgullo.
Graham Greene. El americano impasible
José Ortega y Gasset. Estudios sobre el amor