
El placer de leer los articuentos está en comulgar con sus tesis a pesar de sus mentiras. El lector es consciente de que los argumentos de Millás no pueden convencerlo de sus conclusiones, pero, a pesar de todo, no puede dejar de estar de acuerdo con Millás.
El peligro de tal grado de libertad es que, con frecuencia, sus artículos se quedan sin rumbo. Desprovistos de cordura hay ocasiones en que también se quedan sin significado, como globos que no van a ninguna parte. Ocurre en sus articuentos, y, cada vez menos, en las columnas que escribe los viernes.
Juan José Millás. Articuentos.
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