domingo, 3 de abril de 2005

La larga guerra civil

Desde que empezó el levantamiento, Franco nunca dudó que iba a ganar la guerra. Aunque remiso al principio, Musolini lo apoyó con todas sus fuerzas y comprometió en ello su honor. Envió un gran contingente de hombres, tanques y aviones que hizo figurar como voluntarios para evitar tensiones internacionales, pero que resultó ser de soldados regulares, como pudo demostrar el bando republicano tras la campaña de Guadalajara.



Musolini quería una guerra fulminante. Llegó a amenazar a Franco con retirar su apoyo si no avanzaba con más velocidad. Hitler, en cambio prefería una campaña lenta porque tenía puestos los ojos en una unión de intereses con el Duce y para ello necesitaba tiempo. El más interesado en una campaña larga era Franco. Cuando eligió la toma de Toledo en vez de Madrid, que aún no había recibido la ayuda rusa, obró a conciencia. Una y otra vez evitó campañas que le hubieran ofrecido una conquista rápida. En aquel momento su mayor objetivo era asentar su poder y limpiar sistemáticamente el país de los elementos que le incomodaban.

Para erradicar la izquierda y los separatismos Franco usó una crueldad inhumana. Musolini, escandalizado, le pedía explicaciones sobre las ejecuciones masivas a traves de su embajador Cantalupo, lo cual obligó al caudillo a cambiar las carnicerías por juicios sumarísimos. La legalidad de estos juicios era sólo nominal. Los abogados defensores eran nombrados por el juez, y a menudo pedían la ejecución con más insistencia que el fiscal. Franco firmaba cada una de las ejecuciones, no después de estudiarlas y pasar noches sin dormir, como reza la leyenda, sino con una frialdad pasmosa, mientras tomaba un café o iba en coche a una reunión. Las peticiones de indultos se acumulaban sin cesar, pero Franco se cuidó bien de que fueran respondidas con el retraso suficiente para haber sido ya ejecutadas.

A una de las muestras de impaciencia de Musolini, Franco respondió con una claridad meridiana: “Debemos realizar la tarea, necesariamente lenta, de redención y pacificación, sin la cual la ocupación militar sería totalmente inútil. La redención moral de las zonas ocupadas será larga y difícil porque en España, las raíces del anarquismo son antiguas y profundas.”* La saña con que redimió el territorio llegó a indignar a los dos grandes dictadores de su tiempo, tanto Musolini como Hitler expresaron la repugnancia que le inspiraban los métodos del caudillo.

* Cantalupo. Fu la Spagna.
Paul Preston. Franco, caudillo de España.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante. :)