Salvo por su adscripción política, Gerardo Diego reunía todas las señas de identidad de la Generación del 27. Amaba los toros y la música, recobró a Góngora para los lectores de siglo XX; rechazaba el sentimentalismo y tomó parte en una de las vanguardias del siglo. Hay quien ha querido ver en él influjos del surrealismo, pero no es exacto. Gerado Diego introdujo en España el creacionismo, junto con Vicente Huidobro. El origen de esta vanguardia no es Freud, sino Picasso. Gerardo Diego siempre confesó su deuda con el cubismo.
Kathleen N. March intentó explicarla en varios artículos. El cubismo nace después de la fotografía, nace del desengaño de la representación. El cuadro no tiene valor por su parecido con el mundo, por su capacidad de reproducción, sino como creación. El cuadro no es una representación del mundo, es un objeto nuevo, con un valor en sí mismo. El pintor no olvida la realidad, pero la analiza y la fragmenta para producir su objeto. Fruto de esta visión, el cubista abandona también la búsqueda de lo exótico. Lo cotidiano es lo que él quiere representar.
¿Como se puede hacer lo mismo con el poema? El lenguaje no tiene color, ni textura. Gerardo Diego dice que en efecto, lo que tiene el poeta es la sintaxis, los tiempos verbales, los campos semánticos. Y ¿cómo fragmentar la realidad? El creacionismo responde con la yuxtaposición de temas.
Igual que el cubista, el poeta creacionista elige temas cotidianos, accesibles a cualquier lector. A diferencia del surrealista no cree en la escritura mecánica o espontánea, ajena a control. El poeta analiza y compone con cuidado.
RADIOGRAMA
Que muero de impaciencia. A mí, sirenas,
náyades, ninfas, múltiple cohete.
Aquí, latitud norte, grado siete,
indio mar, meridiano de mis penas.
Abandonad alcázares, entenas,
fanales de gragata, que os promete
mi divino Camoens un grumete,
tatuaje carmesí y azules venas.
Socorred a esta nave de fortuna,
remoto caracol, torpe camella.
La adelantan la brisa, el sol, la luna.
Amor ¿a cuántas millas, ay, tu estrella?
Pronto, deprisa, avante. Todas a una,
que aún no vea las luces de Marsella.
Gerardo Diego. Alondra de verdad.
Kathleen March: Gerardo diego. La poesía como laberinto original. Francisco Rico, Historia y crítica de la literatura española.